Haciendo un repaso en la memoria a través de los últimos años transcurridos, podemos ver a nuestro querido Florencio Varela, inmerso en un montón de dificultades y distintas problemáticas que no son nada alentadoras. Un lugar de cuatrocientas mil almas donde el ochenta por ciento se encuentra sumergida entre la pobreza y la indigencia. Sólo un puñado de habitantes vive bien, como deberían vivir todos; una gran porción vive al límite, con trabajos precarios o mal remunerados, sin posibilidades de progreso, con poca asistencia sanitaria y social, y menos seguridad aún y sin tener la certeza de lo que será este lugar en el futuro, lugar en el cual tendrán que vivir o subsistir sus hijos y sus nietos; el resto vive en una indigna supervivencia.
Dirán que las autoridades actuales están haciendo un denodado esfuerzo para que de alguna manera mejore la urbanidad de la zona del centro: la peatonal, el paso bajo a nivel, los parques de la estación, algunas avenidas, el hospital regional, la iluminación, el polideportivo, etc.; donde también se erigen innumerables obras edilicias, pero netamente privadas.
Pero lamentablemente nuestro distrito no son las manzanas que conforman la superficie del denominado «Varela Centro»; existen decenas de barrios donde aún sus habitantes no han podido acceder en algunos casos ni a la energía eléctrica, ni a redes de gas o telefónicas, o de sanitarios y agua potable, calles asfaltadas o mejoradas con sus correspondiente iluminación eléctrica y veredas en buen estado, servicios de asistencia sanitaria y social, y servicios de transporte; y todo lo que hace para vivir confortablemente, dignamente, felizmente.
Además la precariedad de las viviendas donde moran estos habitantes desheredados por la fortuna, olvidados por las autoridades, e ignorados por la sociedad, dejan ver a las claras los padecimientos que sufren a diario por no contar con el habitat adecuado para soportar medianamente las inclemencias del tiempo: frío, calor, viento, lluvia, heladas; como así también no contar con el mobiliario y la indumentaria que realmente necesitan.
¿Cómo se llegó a esto en nuestro pueblo?
Se podrían dar muchas explicaciones y tal vez todas parecerían valederas, no me aventuro a dar una; pero lo concreto es que esta problemática es una realidad que creo no tiene solución ni a corto, ni a mediano, ni a largo plazo, puesto que el incremento demográfico acelerado en el sector de la población que nos ocupa, corre a paso agigantados delante de cualquier solución que socialmente se encare o se quiera encarar.
En fin, que Dios nos proteja a los que contamos con un mediano buen pasar, y se apiade de quienes están signados por la «injusticia social» y nunca van a tener el sostenimiento adecuado para afrontar la vida con verdadera dignidad.-
Cordialmente.-
Julio Jorge Faraoni
domingo, 8 de marzo de 2009
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