
Estaba en la naturaleza de Kirchner picarse a sí mismo. Cayó en la trampa más vieja del mundo. Está visto que no lee ni interpreta los mensajes El «todolosabe» de Fernández debió marcarle la página donde dice «Lo peor del poder es que hace creer que no termina nunca». Aún así, el alacrán algo olisqueó.
Si quería escapar al tobogán de octubre debía pegar un volantazo y Kirchner lo hizo. Prestímano que es, armó una elección de apuro. Prestamista que es, trocó dinero por lealtades. Prestífono que es, salió a los caminos a versear a lo loco. Era tarde. Ni disfrazado de besaniños, ni edulcorando la voz, ni ofreciendo el oro y el moro, hubo nada que hacer. Lo insoportable, lo que nunca imaginó fuera a pasarle a Él, sucedió.
Lo único que llegó a adelantar fue su naufragio. Una sentencia dálmata avisa que «Sólo la noche sabe lo que trae el día». Y fue así.
La infiel Buenos Aires lo apuntilló al borde mismo del empate y acabó la jornada dándose un tortazo padre. La gran K se convertía en una k minúscula y disminuída. Hasta en su misma tierra santacruceña le daban el portazo.
Llegó el lunes y aumentó el uso del barbijo para la «gripe humana» . (No es chiste: unos pobres chanchos de una granja se Santa Fe se contagiaron de nosotros). Sería recomendable tomar también medidas de higiene cívica y alistarse para evitar la polución política. No deberá desecharse el uso militante de un barbijo en la oreja. No se conoce mejor defensa contra agentes chantas que anidan en las promesas públicas. Acción que se completa examinando cuánto prontuario hay en el curriculum de las flamantes figuras elegidas para sacarnos «del infierno».
La Urna del domingo fue de premio y castigo. Fiesta cívica a medias. No hubo internas en ninguno de los partidos. Solo votó el 60% (y eso que era obligatorio) . Se eligieron caras más que ideas. No cambió nada pues nadie votó una propuesta, solamente una imagen. Así y todo fue un edificante «pasito» adelante en esta democracia que debemos fortalecer entre todos.

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