martes, 9 de septiembre de 2008

CONOCIENDO A VECINOS FAMOSOS

JESÚS EUSEBIO MARTÍNEZ
El Médico del Barrio


Esta nota la puedo encarar con la motivación de tratarse del «médico del barrio», también y mas cercano a mis sentimientos por tratarse del «médico de mis nietos, de mis hijos, de mi familia y el mío propio», pero prefiero renunciar a los preceptos periodísticos y hacerle la nota a mi amigo de muchos años.-
En la fría y lluviosa mañana del sábado pasado, Jesús Eusebio Martínez me recibió en su casa con la calidez que lo caracteriza y unos buenos mates para atemperar la adversidad del tiempo, conversamos por horas y de a poco fui entrando en la vida de este entrerriano nacido por casualidad en Quilmes el 21 de febrero de 1947.-

¿Cómo es esto de entrerriano nacido en Quilmes? – Ocurre que mi abuela que vivía en Quilmes estaba enferma y mi mamá conmigo en la panza debió viajar de Paraná, cuando llegó a Quilmes mi abuela se recuperó y mi mamá empezó con el trabajo de parto y ahí nací yo.- Después de unas semanas volvimos a Paraná, más precisamente a Villa Uranga en donde viví mi infancia hasta los seis años.-
De su niñez mantiene recuerdos frescos con fechas exactas y descripciones de cada uno de los lugares en que vivió
¿Cómo fue esa infancia? – Eramos una familia numerosa, mi mamá, mi papá y cuatro hermanos más, todos teníamos desde chicos nuestros juegos y nuestras obligaciones, la cosas no eran fáciles y todo se hacía difícil, pese a ello a los cuatro años mi papá me llevó con una maestra de campo para que me enseñara a dibujar y escribir, pero siempre salimos adelante con el trabajo y el doble de esfuerzo de mi padre, te digo lo de doble por que era no vidente, a partir de los dieciocho años se fue quedando ciego, pero nunca claudicó, ni se dio por vencido, inclusive esa discapacidad parecería que lo empujó a luchar por más.-
Cuando habla de su padre se emociona, se llena de recuerdos y lo admira con una belleza tal que me hubiese gustado conocer a ese «viejo» tan luchador.-
¿Cuándo se vienen para Buenos Aires? – Yo tenía casi seis años y mi papá decide venirse a Quilmes, compró un terreno barato y costruyó una humilde vivienda de adobe; por entonces mi mamá hacia pan y con mis hermanos lo vendíamos por la zona, además yo me la rebuscaba vendiendo medias, artículos de mercería, helados, todos trabajabamos y ahí empecé la primaria en la escuela 28 de Quilmes, con el tiempo mi papá vendió el rancho y compró un lote en Berazategui, detrás de Alpesa, ahí se hizo una casa un poco mejor y con la venta de la casa de Paraná compro un terreno en La Florida (Quilmes oeste) y puso un pequeño negocio tipo almacén; viviendo ya en Berazategui termino la primaria en la escuela del cruce y trabajando en el frigorífico de Campollo, de donde traía a casa bolsas de achuras, algunos bacarí o tapichí, mondongo y el gañote con el que mi mamá hacia los mejores guisos.-

Desde chico siempre llevó los estudios acompañado por algún trabajo, algunas veces estables, otras veces temporarios y algunas de busca vida
¿Con el tiempo empieza la adolescencia y la secundaria? – Sabiendo desde muy chico que quería ser médico, ingreso a la escuela nacional de Quilmes, pese a que aprobé el ingreso sin problemas el primer año fue muy difícil y cambié de escuela, pasé a la Manuel Belgrano de Berazategui, después fui al nacional de Bernal y terminé en Sarandí, ocurre que trabajaba en Zucamor y era mucho el esfuerzo, así fue que casi no descansaba por estudiar, comía muy poco, tomaba mucho frío viajando de un lado a otro con la bicicleta, pero quería ser el mejor promedio de la escuela para darle ese regalo a «mi viejo», pero todo se me complicó cuando a los quince años me agarré una tuberculosis que me dejó ocho meses internado, pero ello no me venció y desde la cama seguía estudiando posibilitándome rendir todas las materias y no perder el año de curso.-
Pasó por distintas escuelas secundarias, algunas por sus horarios que no eran compatibles con sus trabajos, otras por su enfermedad y por último donde se le permitió terminar estudiando de noche.-
¿Entonces a partir de ahí te quedaba el camino despejado para medicina? – Nooo… fue toda una odisea, en el año 68 estudio a full para el ingreso, estaba preparado al límite, pero me bochan, en el 69 me pasa algo parecido, pero hay una fecha que me marca para siempre, el 30 de Enero de 1970; un amigo me invita a venir a Varela a bailar a La Candela, ahí conozco a una chica, Irma Haydee Feloy, quien luego se convertiría en mi esposa; esa compañía me incentivó y a partir de febrero de 1970 comienzo a cursar libre el ingreso y apruebo las tres materia en noviembre del mismo año.-
Evidentemente esa fecha del 30 de enero del 70 fue una fecha que siempre recuerda, primero por haber conocido a su actual esposa y además por haber sido una bisagra en su futuro profesional.-
¿Cuándo te mudas a Zeballos? – En febrero del 71, siendo estudiante de primer año y trabajando como gestor, compro este terreno donde vivimos ahora, el 16 de febrero de 1973 me caso y al regreso de la luna de miel nos venimos a vivir aquí; fueron años muy
duros, pero felices, trabajábamos los dos y casi «estudiábamos juntos» ya que mi esposa siempre me acompañó en la carrera.-
Como toda pareja joven y soñadora no se dieron tregua, forjando un futuro codo a codo y sobrepasando muchas adversidades con un espíritu que en el tiempo les brindó sus resultados
¿Y cuando terminas de cursar? – El 11 de octubre de 1977 rindo la última materia (neurología) y me recibo, ya teníamos dos hijos, eramos toda una familia y le pude regalar ese título a «mi padre» quien tanto lucho por mi vida y mi futuro y tuvo la suerte de ver a su hijo «doctor», le duró poco esa sensación ya que en 1979 fallece.-
Llega a la meta de sus esfuerzos, pero no se rinde en la lucha que siempre lo caracterizó en su vida y emprende nuevos desafios.-
¿De donde nace la especialización en Pediatría? – Cuando me recibo quería ser investigador e ingreso en el Hospital de Niños de La Plata como concurrente, ahí estoy por más de 10 años sin cobrar un peso pero adquiriendo una experiencia inigualable y ello me llevó a especializarme en pediatría, pero a la par cursé otras especialidades como administración hospitalaria, medicina laboral, auditoría médica y perito médico laboralista.-
Con el tiempo se instala como uno de los pocos médicos del barrio, deseoso de devolverle a los vecinos sus conocimientos, atendiéndolos sin medir resultados económicos
¿Desde cuando atendés en Villa del Plata? – En el año 1978 me instalo junto al odontólogo Reynaldo Benegas Moreno en un consultorio que armamos donde hoy está la zapatería de Estela Sarracini, luego me independizo y traslado el consultorio donde está hoy la ferretería y definitivamente en el año 83 me instalo aquí en mi casa.-
Cuenta con una vida jugosa de anécdotas y lecciones de vida, su hija lo está incentivando para que en algún momento se decida a escribir parte de esa historia.-

¿En realidad las cosas no fueron fáciles, nadie te regaló nada? – Mira…. Soy un agradecido a la vida, a mis viejos a mi esposa e hijos, todos en su medida me dieron satisfacciones, ayudas, felicidades; cuando las cosas no eran fáciles o se me ponían trabas en el camino, tomaba más fuerza, de cada fracaso tengo una experiencia, de cada triunfo, el mejor de los recuerdos, soy optimista, luchador, aún hoy con sesenta y un años pienso en hacer más cosas, quiero progresar en mi carrera, ayudar con la biblioteca «Almafuerte», de la cual hablaremos en otro momento, seguir con mi debilidad que es el baile folclórico y disfrutar de mi familia; quiero que mis hijos: Gustavo, Griselda y Fernando tengan la mejor imagen de padre, como yo conservo siempre la de «mi viejo»; quiero disfrutar de mis cinco nietos y la nieta y quiero acompañar en todo a mi esposa por lo que ella tanto lucho junto a mi; no es poca cosa, pero se que la vida me va a seguir sorprendiendo cada mañana.-
Cuando uno se encuentra con estos amigos, en el amplio sentido de la palabra, se enriquece la vida, es como un soplo de aire fresco o esa alegría de poder compartir la felicidad con otro ser al cual con el paso de los años nos va aferrando y conocernos más; esa mañana fría y lluviosa con Jesús me permitió sentirme mejor persona y agradecido de contar con su amistad.-

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